Desde que, a mediados de los años setenta del siglo veinte, la emigración dejó de ser una fórmula habitual para buscarse el sustento en determinadas regiones de nuestro país, la decisión de desplazarse a otras regiones/países para encontrar trabajo, ha venido siendo considerada como una opción nada deseable para quienes se disponían a encontrar un trabajo. En el momento presente, la globalización de la economía y el proceso gradual de integración europea marcan una pauta totalmente distinta en lo que respecta al ámbito de búsqueda de empleo se refiere. Aún cuando, a diferencia de lo que ocurre en EE.UU, las diversidades culturales e idiomáticas de los países de la UE dificultan, en gran medida, la libre circulación de trabajadores como mecanismo de reajuste de los desequilibrios en el mercado de trabajo, entre las diferentes áreas geográficas que la componen, la crisis económica y los niveles de desempleo que padecemos, están forzando a muchos jóvenes a plantearse la búsqueda de empleo en el extranjero como una alternativa inevitable. Una encuesta realizada por Adecco Professional en agosto de 2012 (//www.adecco.es/_data/NotasPrensa/pdf/385.pdf) ponía de manifiesto que más del 60% de los encuestados estaría dispuesto a cambiar de residencia por motivos de trabajo, ya fuese dentro o fuera del territorio nacional, en tanto que el 64% de los encuestados estaría dispuesto a residir en otro país si le surge una oportunidad laboral. De todos es conocida la emigración de titulados superiores, con perfiles técnicos, que buscan un futuro mejor en países como Alemania, Reino Unido e incluso, USA y Canadá.
Pese a ello, en el segmento de demandantes de empleo con un nivel de cualificación inferior, lo habitual sigue siendo restringir el ámbito de búsqueda a un radio coincidente con lo que sería un desplazamiento en vehículo no superior a una hora, evitando así un cambio de residencia. Como factores que explican esta tendencia podemos señalar los lazos familiares y demás vínculos con el entorno de la residencia habitual, tan propios de nuestra cultura mediterránea, los salarios a la baja y la carestía de los alquileres. Sin embargo, la situación actual del mercado de trabajo y el contexto global antes descrito, exigen una actitud totalmente distinta, que pasa por la disposición, sin reservas, a residir allí donde el empleo se oferta. Con los tiempos que corren hay que estar dispuesto a “ir a por el trabajo donde está el trabajo”, lo que supone ampliar significativamente el ámbito de búsqueda más allá de los límites locales e incluso regionales, y con ello, aumentar sustancialmente las probabilidades de encontrar trabajo. La red ofrece posibilidades ilimitadas, en lo que a búsqueda de empleo en otras áreas geográficas se refiere. Tan sólo hay que manifestar, desde el primer contacto o en el propio currículum vitae/y o carta de presentación, la plena disposición a cambiar de residencia si el puesto de trabajo lo merece. Ello significa que, antes de adoptar semejante decisión, será preciso contar con la plena certeza de que las condiciones de trabajo que se nos ofrecen compensan el esfuerzo que supone cambiar de lugar de residencia, con todos los gastos y renuncias personales que ello supone.
Naturalmente, es mucho más fácil decirlo que hacerlo pero, sin la menor duda, es preferible afrontar el reto de un cambio de residencia, con todo lo que lleva consigo de “cambio de vida” , a ver pasar el tiempo y quedar definitivamente descolgado del mercado de trabajo.
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